Actitudes personales

IDEAS ANTICUADAS

El patriotismo es decimononico pero el separatismo es prehistórico. Ambos se sustentan sobre un sentimiento legítimo: la nostalgia por las pertenencias culturales que, indefectiblemente el tiempo diluye. 

Desgraciadamente también se apoyan sobre dos sentimientos menos legítimos: el miedo a lo distinto y el miedo al cambio. 

Yo canto apasionado “El meu país” de Lluis Llach pero desprecio el separatismo, me emociona el himno español y la bandera y los Reyes cuando sirven para festejar y alegrarse de lo compartido pero la verdad es que mi sentimiento es muy parecido cuando observo lo mismo en Mexico, en USA o en el Líbano o en Andalucía. 

Me gustan los toros y el puro flamenco pero entiendo que la historia irá marginando poco a poco la tauromaquia y que aportaciones como la de Rosalia al flamenco son la mayor esperanza para su supervivencia y su globalización. 

Felizmente vamos hacia un mundo nuevo en el que las redes sociales han conectado a la gente sin la mediacion de los políticos y ya los jóvenes se identifican más con otras personas por su liderazgo en la música, el veganismo, el hip hop, los memes, o los sneakers (zapatillas deportivas para entendernos) y los niños conocen a todos los youtubers pero ni idea de quienes son Iñaki Gabilondo o Fernando Onega. 

Tengo 67 años y estoy ahora aprendiendo música y enamorándome de Mexico como me enamoré de joven del mundo arabe y de adulto de la tecnología. 

Adoro por encima de todas las cosas a mi mujer, mis hijos, mis nietas y por extensión a toda mi gran familia tradicional de más de 300 personas en un gigantesco árbol genealógico que he construido pero a la vez algunas de mis mejores amigas son una pareja de lesbianas, veganas, euskaldunas, feministas radicales y luminosas enamoradas de la vida. Otras amistades igual de intensas las conozco solo por Facebook y con ellas comparto esta manera de ver la vida. 

Mis deseos para todos son que cada quien defienda y proteja positivamente las ideas que quiera incluso las más anticuadas pero al hacerlo no ofendamos ni juzguemos a los que no piensan igual. Ellos tienen también muy poderosas razones. Y que podamos hacer todo esto en un entorno de libertad. Por todo esto soy liberal. 

¿Por qué no ahorramos?

Decía la profesora Duflo que una de las mayores dificultades para aplicar políticas efectivas para erradicar la pobreza estribaba en el hecho de que en la vida diaria de un pobre hay una enorme cantidad de decisiones en las que se juega la vida y su destino, decisiones que nosotros en los países desarrollados tenemos ya hechas para nosotros. Cuando abrimos un grifo sabemos que el agua es potable, cuando acariciamos un perro sabemos que está vacunado, no nos rodean insectos y animales que pueden causarnos daño o infecciones, nuestros niños se reúnen en los colegios con otros niños que también están vacunados contra las enfermedades más peligrosas porque, en caso contrario, no serían admitidos en el colegio etc….

A parte de la cura de humildad que ese aprendizaje me reportó, me hizo reflexionar sobre el comportamiento de los individuos en nuestra sociedad en todo lo relativo al manejo de sus finanzas. ¿Por qué la mayoría de las personas toma tan malas decisiones financieras y no toma las buenas decisiones que cambiarían drásticamente sus perspectivas financieras presentes y futuras? Efectivamente, los jóvenes se lanzan a endeudarse muy pronto con el objetivo de comprar una vivienda, con lo cual quedan geográficamente anclados al territorio desaprovechando oportunidades profesionales o laborales que les alejen de su vivienda. Se endeudan todavía más para adquirir distintos bienes de consumo agotando cualquier capacidad de ahorrar y lo hacen por períodos más largos que el propio disfrute del bien financiado de modo que nunca salen del bucle de las deudas. Aceptan el chantaje de su banco a cambio de la concesión de su hipoteca y contratan todo tipo de productos mal elegidos (planes de pensiones, seguros de vida, seguros de hogar, tarjetas de crédito), orientados solamente a reducir los riesgos del banco y aumentar su rentabilidad, pero sin el más mínimo análisis sobre la idoneidad del producto o sobre las alternativas disponibles en el mercado.

Por si esto fuera poco, a medida que va avanzando la edad, se empiezan a adoptar estrategias milagrosas (loterías, especulación financiera, negocios arriesgados) o simplemente se dejan engañar por el empleado de su caja o su banco para que adquiera unas participaciones preferentes o un paquete de acciones
de la entidad que está a punto
de quebrar.

Todos estos desatinos, además, les impiden construir un patrimonio para poder vivir esa tercera parte de la vida en la que no solo no tendremos ingresos suficientes sino que habremos perdido la capacidad o las ganas
de generarlos.

Y es aquí donde viene a cuento mi introducción sobre los «Retos de la Pobreza Global». En nuestra sociedad hemos creado mecanismos para que las personas no tengan que tomar decisiones en las que se jueguen la salud. Pero los mecanismos que hemos creado para que no se jueguen su libertad financiera están alterados o simplemente han dejado de funcionar. Y la población está desasistida porque le falta la información necesaria para tomar control de su propio destino.

A partir de aquí podría lanzarme a una diatriba contra el sistema financiero y sus connivencias con el poder político que son en buena parte culpables de haber distorsionado la educación financiera de la sociedad en su propio interés. Pero no lo haré. Prefiero el mensaje positivo de que esto tiene solución y que no depende de nadie más que de nosotros mismos. Pongamos un mileurista. Si su salario sube a lo largo de la vida igual que la inflación, es decir incluso si no experimenta progreso profesional alguno, por su cuenta bancaria pasarán más de 700.000€ a lo largo de los 40 años de vida laboral. Esto es mucho dinero. Si tan solo este mileurista se sintiera capaz de apartar para su inversión a futuro un total de 23.000€ durante ese mismo período, es decir, unos 30€ mensuales ajustados cada año según la inflación (2%), se encontraría al final de ese mismo período con un patrimonio líquido de cerca de 500.000€. Incluso descontando el efecto de la pérdida de poder adquisitivo de esa cantidad y una vez pagados los impuestos, seguiría siendo una cantidad muy confortable para encarar la última etapa de la vida sin preocuparse por la pensión pública.

Desgraciadamente, los ciudadanos desconocen el extraordinario efecto de los intereses compuestos en los plazos muy largos. También desconocen las rentabilidades que puede dar la bolsa en esos plazos sin correr riesgos excesivos. Los riesgos de la bolsa son sobre todo a corto plazo y se pueden diluir mediante la diversificación y la promediación.

El tiempo es un activo mucho más importante que el dinero para acumular un patrimonio y esto debería ser materia obligada en nuestro sistema educativo porque tiempo es lo que los jóvenes tienen en abundancia por delante y deberían aprender muy pronto a sacarle todo el partido posible.

Sé que estos conocimientos en manos del público no ayudarían a vender hipotecas ni depósitos o cuentas de ahorro. El dinero es algo demasiado importante en tu vida para dejar que sobre él decidan los bancos. Usa el banco, págale lo que sea necesario por sus servicios. Y si piensas que los bancos ganan demasiado dinero, no deposites tu dinero en ellos. Mejor compra sus acciones (entre muchas otras) a través de un fondo de inversión, un plan de pensiones, un PIAS o un Unit Linked y te beneficiarás de todo el beneficio que producen en lugar de conformarte con las migajas del interés que están dispuestos a pagarte por tu dinero.

Javier García Monedero* *Coautor del libro «Tu dinero, hoy y mañana»

Leer más:  ¿Por qué no ahorramos?  http://www.larazon.es/economia/por-que-no-ahorramos-CA15516334?sky=Sky-Julio-2017#Ttt10ag6T1rhXUXc

Controlar nuestro destino mediante la educación financiera

Hace unos años tuve la suerte de ser invitado por internet a registrarme en un curso online de MIT sobre «Retos de la pobreza global». Aprendí muchísimo. Lo más importante fue hacerme consciente de la enorme cantidad de decisiones que un pobre tiene que tomar cada día en las que se juega la vida y que son decisiones que a nosotros nos vienen hechas por vivir en un entorno desarrollado. Cada vez que beben agua, que comen algo, que eligen un camino, que se acercan a una charca, que manejan una herramienta, que tratan con animales (domésticos o no), que sufren algún síntoma, que eligen un tratamiento o ninguno en absoluto….. Es tanta la posibilidad de equivocarse que salir de la pobreza es una tarea ingente y desalentadora.

Muchos de nosotros caemos en la soberbia (y la ignorancia) de sentirnos superiores porque llevamos una vida más ordenada y productiva sin reconocer cuantas de esas decisiones las toman otros por nosotros sin nuestra participación y por supuesto sin mérito nuestro en absoluto.

Pues bien, pidiendo de antemano disculpas a los pobres por la analogía que voy a hacer ahora, algo similar pasa en nuestro mundo desarrollado con las decisiones financieras de las personas y las familias.

La falta de una adecuada educación e información financiera deja al ciudadano inerme ante un sistema financiero orientado a privarle de las oportunidades que tiene para beneficio de especuladores y planificadores sociales.

He mencionado los dos enemigos que tiene el ciudadano en este terreno: los especuladores y los planificadores sociales.

Llamo especuladores no solo, ni principalmente a quienes operan a corto en todo tipo de mercados. Estos especuladores en realidad son benéficos la mayor parte de las veces puesto que tienen a forzar una «sinceración de la economía». Me refiero principalmente a aquellos que desde las instituciones financieras, las empresas, la política y la prensa, se ocupan consciente o inconscientemente de provocar alteraciones en los precios de las cosas bien exacerbando artificialmente la demanda o restringiendo también artificialmente la oferta.

Y llamo planificadores sociales a aquellos, que principalmente desde la izquierda pero en realidad desde todas las opciones políticas se empeñan en subvencionar determinadas actividades o en orientar y exacerbar el gasto público con el aparentemente loable objetivo de repartir mejor la riqueza.

Unos y otros impiden que los flujos de dinero discurran naturalmente en la dirección predecible en la que los ciudadanos podrían orientar sus economías, sus inversiones y sus gastos de la manera más conveniente. Y es en este entorno donde las posibilidades de equivocarse son tan grandes que el ciudadano tiende a abandonar toda esperanza y se deja mecer en la dulce adormidera de la irresponsabilidad.

Verdaderamente no hay derecho. Saber que cualquier persona con ingresos más o menos estables, por pequeños que sean, podría, con la educación adecuada, acumular a lo largo de su vida laboral un importante patrimonio que le protegería de la pobreza relativa que el espera tras la jubilación. Saber esto como digo y a la vez observar como prácticamente todo el mundo avanza inexorablemente hacia un futuro de dependencia, de escasez y de tristeza, es frustrante y decepcionante.

Desde este blog, tratamos de compartir la información necesaria para que los lectores puedan tomar control de su propio futuro. El próximo 11 de mayo tendremos en las librerías nuestro libro «Tu dinero hoy y mañana» que resume lo más importante que hay que saber al respecto

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Si me sigues en este blog y estás de acuerdo con lo anterior, ayudarme a difundir estos conocimientos. Comparte, comenta, publica. Ayudemos a crear una cultura que nos haga ciudadanos en vez de súbditos.

Mi visión sobre la economía feminista

En el dia internacional de la mujer

Hace algunos días una buena amiga me pidió que compartiera con ella mis opiniones sobre la economía feminista y más en general sobre las posibles contradicciones éticas entre las visiones personales sobre el mundo (feminismo, ecología, comercio justo…) y las legítimas aspiraciones a maximizar la rentabilidad de las inversiones personales.

Le prometí a mi amiga y repito aquí que no voy a pretender fingir ahora ser feminista o hablar desde una perspectiva feminista. Por las razones que sea yo no tengo esa perspectiva y no puedo simularla. Sin embargo, si puedo opinar desde el respeto sobre maneras en que se puede avanzar en la resolución de esas contradicciones sin por ello pagar un precio demasiado alto.

Es muy dificil tocar en un solo artículo todos los temas económicos que pueden encararse desde una posición feminista. Pero hay algunos asuntos que son tan sobresalientes que pueden servirnos para entender el acercamiento que propongo.

La brecha salarial

Hablemos en primer lugar de la brecha salarial. La falta de entendimiento se debe aquí en mi opinión a que se mezclan indebidamente dos (al menos) causas muy distintas lo que hace el debate imposible.

Creo que sería importante desde una perspectiva feminista separar la desigualdad salarial que se produce por la estadística del numero de horas trabajadas de la otra desigualdad que se produce por la distinta valoración del género.

Al combinarse ambas razones, los empresarios moderados siguen viendo que la sociedad quiere cargarles una responsabilidad «política» de igualdad, mientras que muchos otros empresarios pueden escudarse detrás de la estadística para ocultar sus razones de género.

Separar claramente esos dos factores y tal vez otros ayudaría a desenmascarar las actitudes puramente machistas y racionalizar el diálogo sobre la parte de la brecha salarial que se deba al numero de horas trabajadas y ver si desde la política hay que hacer algo para mitigarla o eliminarla.

El techo de cristal

Otro tema recurrente en este debate es el de el techo de cristal con que se topan las mujeres en su carrera profesional por motivos de género. Es un problema algo relacionado con el anterior pero de naturaleza muy distinta.

Sinceramente creo que aquí no es la perspectiva machista en si misma la que crea ese techo de cristal. Las mujeres que se adaptan al estilo de dirección más comúnmente identificado con el rol tradicionalmente masculino no tienen mucho problema para progresar profesionalmente.

Se me ocurre que lo que realmente frena el desarrollo profesional de muchas mujeres y de no pocos hombres viene determinado por los «key performance indicators» que se usan en los negocios y en la política.

Traduciéndolo al lenguaje coloquial, las personas y las organizaciones se comportarán de manera distinta en función de cuales sean los factores que se miden y que se recompensan. En un artículo que publiqué hace unos días en Economía Hoy , hablaba de la enfermedad cortoplacista que aqueja a la gobernanza de empresas, administraciones y organizaciones.

Este enfoque hacia el corto plazo encaja a mi entender bastante bien con los roles que tradicionalmente se han considerado masculinos mientras que el enfoque hacia el largo plazo, la armonía, la eliminación de tensiones, la inteligencia emocional… ha estado más vinculada con los roles tradicionales de la mujer.

En un entorno así, donde los valores que se miden y se recompensan son los de los resultados inmediatos a cualquier precio, tendrán más facilidades para progresar aquellas personas que mejor encarnen las actitudes masculinas en tanto que allí donde primen la calidad se servicio, la armonía social, la valoración de los intangibles, la sostenibilidad… las actitudes consideradas femeninas tenderán a triunfar más.

Otras posibles contradicciones

Asociadas a los enfoques feministas se presentan también una serie de opciones presentadas como éticas tales como el comercio justo, la ecología, la solidaridad…

Nada que objetar en principio a ninguna de ellas pero la realidad es que el mercado no está ofreciendo aún buenas alternativas para invertir en proyectos que cumplan con ese tipo de requisitos.

Yo me atreveré a sugerir tres criterios a quienes se enfrenten a ese tipo de dilemas:

1.- Si no hay buenas alternativas, tal vez lo mejor sería canalizar hacia la política la acción individual y colectiva para cambiar las cosas y dejar que las inversiones personales no se vean obligadas a pagar una prima de rentabilidad negativa excesiva. Es compatible que el pez aspire a respirar fuera del agua y que mientras lo consigue siga respirando debajo de ella.

2.- El hecho de que los mercados no ofrezcan alternativas no se debe a que haya un comité de «malos» que lo impide. Simplemente no hay suficiente demanda. Acercarse a las posturas colectivistas y socialistas porque parecen simpatizar más con estas temáticas puede resultar confortable pero no asegura el acierto. Desgraciadamente el socialismo está tardando en encontrar su posición en el mundo porque no sabe entenderse con el mercado y el mercado como regulador natural de la contraposición de intereses va ganando por goleada a las soluciones  colectivistas.

3.- Empieza a haber soluciones serias a ese tipo de preocupaciones. Todavía hay que resignarse a sufrir rentabilidades inferiores a las posibles en el mercado abierto pero al menos son transparentes y están bien estructuradas. Estuve ayer visitando una oficina de Triodos Bank y me pareció que van aproximándose poco a poco a tener una gama de productos interesantes. Todavía son excesivamente conservadores en mi opinión pero sus CDA’s por ejemplo pueden servir como una alternativa socialmente responsable que puede ofrecer una rentabilidad superior a la que se obtiene con los productos propiamente bancarios.

En fin, se trata de un  temario amplísimo. Me encantaría recibir comentarios que me permitan reflexionar más en estos temas y otros relacionados. Mientras tanto, feliz día de la mujer a todas la mujeres, a las feministas y a las que no lo son.

 

 

Irritante

Me irrita especialmente observar problemas sociales que podrían resolverse individualmente con solo un poco de voluntad. Me resulta por ejemplo insoportable pensar en tantas personas que desesperan buscando trabajo pero que se niegan a aceptar trabajar como comerciales. ¿Quién nos ha educado a pensar así? El parado tiene en sus manos un tesoro y no lo sabe. Su tiempo no tiene coste de oportunidad. Dado que no tiene nada mejor que hacer, puede malgastar ingentes cantidades de tiempo en conseguir una sola venta, en seducir y enamorar a un solo cliente. Puede permitirse el lujo de recibir tantos noes como sean necesarios antes de conseguir un si. No tiene posibles competidores.
Pero hay una especie de maldición inoculada en nuestras mentes por la cual nos aterroriza la sola idea de vender. No sabemos vender y ¿pretendemos vender nuestro trabajo a un posible empleador?
Piénsalo: VENDER NO ES CONVENCER A QUIEN NO NECESITA SINO ENCONTRAR A QUIEN NECESITA. Empieza a preguntar. Verás que divertido es.